“Ama el Señor tu Dios con todo tu corazón y con todo tu alma y con todas tus fuerzas.”
Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Inculcárselas continuamente a tus
hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa o cuando vayas por el camino, cuando te
acuestas y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo: llévalas en tu frente
como una marca, escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades.
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